HA MUERTO EL TITELLAIRE SEBASTIÀ VERGÉS CADENA
En 2010 recibió el Premio a toda una vida en el Parque de las Marionetas (Festival Internacional de Teatro de Feria) de Zaragoza.
Sebastián Vergés Cadena, nacido en 1929 en Barcelona, era el decano de los titiriteros del Estado Español.
A los 9 o 10 años ya se calzaba unos zapatos con alzas para llegar a la ventana del teatrillo de su padre, y fundador de la saga de los Vergés, Sebastià Vergés i Prat. Participó en los inicios de la TVE con una serie de 28 capítulos de obras de titelles de guante rodadas en los estudios Miramar de Barcelona, junto a su hermano y su tío Antoni , bajo la dirección del padre que había tenido que dejar la manipulación por una grave fractura en ambas piernas.
Participó durante décadas en las funciones dominicales celebradas en el Pueblo Español y entresemana en la terraza de los antiguos Almacenes Jorba, así como en múltiples Fiestas Mayores de barrios y ciudades de Cataluña. Alegró las comuniones y cumpleaños de miles de niños de la buena sociedad catalana con las aventuras de Panchito, el cocinero negro (con alma de Pericu) que él inventó.
Manipulador elegante y sobrio del títere catalán al que daba gracia y majestuosidad en sus evoluciones. Nunca lo agitó, más bien lo mecía. Excepcional sobre todo en las escenas finales de los bailes, donde sabía transmitir la esencia del movimiento. Algo que él tan bien sabía pues era un consumado bailarín. Hasta cerca de su muerte no dejó de asistir a una academia donde, más que alumno, él era maestro.
Cuando su hijo, Sebastià Vergés Martínez, reactivó y refundó la compañía a mediados de los 70, volvió a ponerse al frente de los teatrillos junto a sus dos hijos, su esposa y sus dos nueras.
Hombre de una gran modestia, era un archivo viviente de los que fueron los titelles en Cataluña durante todo el siglo XX. Él y su hijo Sebastià me transmitieron buena parte de lo que he podido escribir sobre ellos. Por ello guardo agradecimiento y respeto para siempre. Sus conocimientos vividos han sido fuente también para otros investigadores y difusores de los titelles catalans que han situado, al fin, a los Vergés donde se merecen.
Estoy seguro que se ha ido bastante feliz. Haciendo lo que quería hacer pese a que la leucemia le obligaba a frecuentes transfusiones. Esos “chutes” le reactivaban y le volvían las ganas de ir a bailar. Y aunque él trabajaba más con “dimonis” que con angelitos ya habrá encontrado un lugar especial en un cielo especial destinado a los grandes titiriteros. Salut i bon viatge, maestro.
Adolfo Ayuso.