LA Compañía Luna de Arena y Cía. Monigotes estrena “Marconius, el vendedor de pócimas” el 2 de Junio de 2018 en Orés. (Zaragoza). Se presenta en el Festival: «Orés Mágico» en el Frontón de Orés.
El Gran Marconius
¿Quién se acuerda de los buhoneros? Un oficio siempre asociado a los peores apelativos: traperos, marchantes, pacotilleros, cambalacheros, mercachifles, trajinantes, feriantes, quincalleros…como un apellido secular que los perseguiría a lo largo de los siglos. Pero eso sí, mayormente inofensivos. Convocaban, en los mercados de las plazas de los pueblos y ciudades a un sinfín de populacho, pues solían ser las clases sociales más bajas las que concurrían a sus reclamos. No era tanto lo que pudieran comprar o mercadear como el espectáculo que el propio vendedor solía hacer, ensalzando con agudo ingenio los parabienes de la mercancía. Porque el origen del buhonero, viene de “buhón”, bufón, y el éxito de la concurrencia y de su venta dependía más de su chocarrería que de la calidad de sus baratijas.
Es verdad que en muchas ocasiones vendían también artículos de gran utilidad e incluso brebajes y pócimas que mitigaban algunos dolores o sanaban, mayormente sugestionados por el buhonero, algunas enfermedades. En cualquier caso, el público mayormente sabía que el buhonero agrandaba en exceso las propiedades del producto, sabía que les mentía, pero era divertido ver cómo se las ingeniaba para embaucarlos.
A finales del siglo XIX y principios del s.XX un buhonero, se hizo famoso en toda Europa y Norte América. Se hacía llamar el Gran Marconius, y nunca se supo cuál era su origen real. Conocido por su capacidad de seducción y por sus increíbles pócimas, se dice que fue el único que vendió un auténtico crecepelo, (algo negado por la ciencia y todavía por descubrir); vendía potentes analgésicos de eficacia aprobada; era capaz, a través de una pócima especial, de duplicar monedas y crear billetes de papel moneda en un abrir y cerrar de ojos; recomponía objetos rotos y arreglaba los primeros utensilios eléctricos con una facilidad endiablada; tenía el poder de cambiar el azar, la mala suerte y el infortunio de las personas en momentos de bonanza, y siempre, siempre, se le vio por muchos años que pasaran, con el mismo aspecto. Bonachón, socarrón y aficionado al buen yantar y el buen beber, nunca dejó a la población insatisfecha, allá por donde pasaba sembraba la alegría y el bienestar.
Actualmente los buhoneros, esos divertidos bufones que nos hacían reír y se mezclaban con la plebe, han cambiado de etiqueta. Son ahora comerciantes trajeados, políticos de la mentira y las malas artes que desde su puesto de poder embaucan a la población con el único propósito de robarles sin ninguna gracia, además.
El Gran Marconius ha regresado de nuevo, en estos tiempos convulsos, para hacer pensar, hacer sentir, hacer imaginar… y hacer soñar. ¡Pura magia!. Con todos ustedes, atravesando los tiempos y las fronteras, ¡El Gran Marconius!
Félix Martín